PEÑA LA RINCHA
   
  AJAMIL DE CAMEROS
  Enramada
 

LA ENRAMADA.
 
La enramada es una tradición muy común en toda la sierra camerana que se practica desde tiempos inmemoriales, probablemente anteriores al cristianismo, y que tenía que ver en nuestra cultura occidental, con los antiguos dioses mitológicos creadores de vida Artemio o Artemisa, diosa de la fecundidad, la eclosión de la primavera ese espectáculo de vida es en primer lugar la madre Tierra en la agricultura y, luego como eje vertebrador de esta tradición la Mujer en la reproducción humana. Se rendía pues culto a la fecundidad en general,  sentimientos estos de procedencia probablemente celta.
Lo que si conocemos es que el elemento fundamental en el espacio europeo, fue el vegetal (arbustos, flores, ramas de diversos árboles e incluso árboles enteros).
La conversión al cristianismo de estas manifestaciones enlazan según José Luis González Sánchez, con la Pascua de la Resurrección (Pascua Florida) el mes de Mayo como Mes de las Flores y homenaje a la Virgen; el signo de la Cruz se recubrirá también de ellas, y pasaron a las fiestas con las enramadas  a nuestros pueblos cameranos. El cristianismo traslada este culto a la fecundidad por el más sutil de la feminidad (la Virgen) y que en la tradición de la enramada servirá como promesa de matrimonio ante la mujer deseada, y como vehículo social de la misma.
En la actualidad los mozos del pueblo ponen en la madrugada del domingo en que se celebran las fiestas en honor a San Cristóbal, el 10 de julio, unas ramas de chopo en todos los balcones de las casas, que servirán de salvoconducto y excusa a los mozos para esa misma tarde poder entrar en las casas  y recibir pago pecuniario por la ofrenda, además del correspondiente licor y pastas para todos los mozos. Se coloca la rama en todos los balcones de las casas, y… ¡ay del que no apoquine!  
Anteriormente era en las casa de las muchachas casaderas, y cada mozo se preocupaba de ponerlo en el de su amada, y algunos sostienen que hace muchos, muchos años, el tipo de rama que se colocaba e incluso el tamaño, era un código que permitía saber el punto en el que estaba la relación de la pareja. De cualquier forma era el único día del año, que el mozo podía entrar en la casa de la moza sin recibir cuando menos un buen coscorrón por parte del patriarca de la casa.
 
Ejemplo de estas promesas de matrimonio y como vehículo social que permitía hechos desinhibidos que de otra forma no serían admisibles, tenemos los mandamientos que se cantaban a las mozas y que están detallados en el libro Recuerdos de Ajamil.
   
 
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